LECCIÓN 2: CONVERSIÓN

 Te presentamos la segunda lección:




CITAS DE LA LECCIÓN:

NOTA: En el caso de primarios 3, 4, 5, 6 y los adolescentes, si no cuentas con tu Biblia a la mano, te dejamos las lecturas de forma más comprensible para que las realices.
En el caso de párvulos y primarios 1 y 2, es conveniente que como porción sólo se les lean los fragmentos de historia que están en la infografía que se envío vía whatsapp.

  • Hechos 8:1-3
Saulo vio cómo mataban a Esteban, y le pareció muy bien. Más tarde, unos hombres que amaban mucho al Señor recogieron el cuerpo de Esteban, lo enterraron, y durante varios días lloraron su muerte.

A partir de ese día, mucha gente comenzó a maltratar a los seguidores de Jesús que vivían en Jerusalén. Por eso todos tuvieron que separarse y huir a las regiones de Judea y de Samaria. Solamente los apóstoles se quedaron en Jerusalén.

Mientras tanto, Saulo seguía maltratando a los miembros de la iglesia. Entraba en las casas, sacaba por la fuerza a hombres y a mujeres, y los encerraba en la cárcel.

  • Hechos 9:1-9
Saulo estaba furioso y amenazaba con matar a todos los seguidores del Señor Jesús. Por eso fue a pedirle al jefe de los sacerdotes unas cartas con un permiso especial. Quería ir a la ciudad de Damasco y sacar de las sinagogas a todos los que siguieran las enseñanzas de Jesús, para llevarlos presos a la cárcel de Jerusalén.

Ya estaba Saulo por llegar a Damasco cuando, de pronto, desde el cielo lo rodeó un gran resplandor, como de un rayo. Saulo cayó al suelo, y una voz le dijo:

—¡Saulo, Saulo! ¿Por qué me persigues?

—¿Quién eres, Señor? —preguntó Saulo.

—Yo soy Jesús —respondió la voz—. Es a mí a quien estás persiguiendo. Pero levántate y entra en la ciudad, que allí sabrás lo que tienes que hacer.

Los hombres que iban con Saulo se quedaron muy asustados, pues oyeron la voz, pero no vieron a nadie. Por fin, Saulo se puso de pie pero, aunque tenía los ojos abiertos, no podía ver nada. Entonces lo tomaron de la mano y lo llevaron a la ciudad de Damasco. Allí Saulo estuvo ciego durante tres días, y no quiso comer ni beber nada.

  • Hechos 22:4-11
Antes buscaba por todas partes a los seguidores del Señor Jesús, para matarlos. A muchos de ellos, hombres y mujeres, los atrapé y los metí en la cárcel. El jefe de los sacerdotes y todos los líderes del país saben bien que esto es cierto. Ellos mismos me dieron cartas para mis amigos judíos de la ciudad de Damasco, para que ellos me ayudaran a atrapar más seguidores de Jesús. Yo fui a Damasco para traerlos a Jerusalén y castigarlos.

Todavía estábamos en el camino, ya muy cerca de Damasco, cuando de repente, como a las doce del día, vino del cielo una fuerte luz y todo a mi alrededor se iluminó. Caí al suelo, y escuché una voz que me decía: “¡Saulo! ¡Saulo! ¿Por qué me persigues?”

Yo pregunté: “¿Quién eres, Señor?”

La voz me dijo: “Yo soy Jesús de Nazaret. Es a mí a quien estás persiguiendo.”

Los amigos que me acompañaban vieron la luz, pero no oyeron la voz. Entonces pregunté: “Señor Jesús, ¿qué debo hacer?”

El Señor me dijo: “Levántate y entra en la ciudad de Damasco. Allí se te dirá lo que debes hacer.”

Mis amigos me llevaron de la mano a Damasco, porque la luz me había dejado ciego.

  • Hechos 26:9-19
Antes, yo pensaba que debía hacer todo lo posible por destruir a los que creían en Jesús de Nazaret. Eso hice en la ciudad de Jerusalén. Con el permiso de los sacerdotes principales, metí en la cárcel a muchos de los que creían en él. Cuando los mataban, yo estaba de acuerdo. Muchas veces los castigué en las sinagogas, para que dejaran de creer en Jesús. Tanto los odiaba que hasta los perseguí en otras ciudades.

Para eso mismo fui a la ciudad de Damasco, con el permiso y la autorización de los sacerdotes principales. Pero en el camino, gran rey Agripa, cuando eran las doce del día, vi una luz muy fuerte, que brilló alrededor de todos los que íbamos. Todos caímos al suelo. Luego oí una voz que venía del cielo, y que me dijo en arameo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? ¡Sólo los necios pelean contra mí!”

Entonces respondí: “¿Quién eres, Señor?”

Él me contestó: “Yo soy Jesús. Es a mí a quien estás persiguiendo. Levántate, porque me he aparecido ante ti para nombrarte como uno de mis servidores. Quiero que anuncies lo que ahora sabes de mí, y también lo que sabrás después. Te enviaré a hablar con los judíos y con los que no son judíos, y no dejaré que ninguno de ellos te haga daño. Quiero que hables con ellos, para que se den cuenta de todo lo malo que hacen, y para que comiencen a obedecer a Dios. Ellos ahora caminan como si estuvieran ciegos, pero tú les abrirás los ojos. Así dejarán de obedecer a Satanás, y obedecerán a Dios. Podrán creer en mí, y Dios les perdonará sus pecados. Así serán parte del santo pueblo de Dios.”

Gran rey Agripa, yo no desobedecí esa visión que Dios puso ante mí.

AUNQUE LAS LECTURAS PARECEN MUY SEMEJANTES, HAY DESTALLES QUE ES IMPORTANTE QUE LEAS, PUESTO QUE EN ALGUNOS VERSÍCULOS SE MENCIONAN COSAS ADICIONALES QUE EN OTROS NO.






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