LECCIÓN 4: HISTORIA (PARÁBOLA: "EL HIJO PRÓDIGO")

La historia de la lección de hoy se encuentra en:

Lucas 15:11-32

El día de hoy veremos una historia muy conocida...

El Señor Jesús estaba enseñando y contó una parábola que nos dice lo siguiente:


Un hombre tenía dos hijos:




Un día, el hijo menor le dijo a su padre que le diera la parte de la herencia que le correspondía. Entonces el padre les repartió a cada uno su herencia.




Pocos días después, el hijo menor empacó sus pertenencias y se mudó a una tierra lejana, donde gastó toda la herencia que su padre le había dado. 




Al mismo tiempo que se acabó su herencia, hubo una gran hambruna en aquel lugar en que se encontraba, y él no tenía que comer. 




Tuvo que comenzar a trabajar con uno de los ciudadanos de aquella tierra. 
Aquel hombre lo envió al campo para que le diera de comer a sus cerdos y los cuidara.




El joven llegó a tener tanta, pero tanta hambre que hasta la comida de los cerdos le parecía buena para comer... Pero nadie le dio nada.




Cuando finalmente entró en razón, se dijo a sí mismo: En casa, hasta los trabajadores tienen comida de sobra, ¡y aquí estoy yo, muriéndome de hambre! Volveré a la casa de mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de que me llamen tu hijo. Te ruego que me contrates como trabajador.




Entonces regresó a la casa de su padre, y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio llegar. Lleno de amor y de compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo besó.



El hijo le dijo a su padre: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de que me llamen tu hijo.




Sin embargo, su padre dijo a los sirvientes: Rápido, traigan la mejor túnica que haya en la casa y vístanlo. Consigan un anillo para su dedo y sandalias para sus pies.

También pidió que matasen el becerro que habían engordado, porque tenían que celebrar con un banquete, ya que su hijo estaba muerto y ahora había vuelto a la vida; estaba perdido y ahora había sido encontrado. 
Luego comenzó la fiesta.




Mientras tanto, el hijo mayor estaba trabajando en el campo, y cuando regresó, oyó el sonido de la música y danzas en la casa, y preguntó a uno de los sirvientes qué era lo que pasaba. 
El sirviente le respondió que su hermano había vuelto y que su padre había matado al becerro engordado para celebrar que llegó a salvo.




El hermano mayor se enojó y no quiso entrar. Luego su padre salió y le suplicó que entrara, pero él respondió lo siguiente: Todos estos años, he trabajado para ti y nunca me negué a hacer nada de lo que me pediste. Y en todo ese tiempo, no me diste ni un cabrito para festejar con mis amigos. Sin embargo, cuando tu hijo menor regresa después de haber malgastado tus bienes ¡matas el becerro engordado para celebrar!





Su padre le dijo: Mira, querido hijo, tú siempre has estado a mi lado y todo lo que tengo es tuyo. Teníamos que celebrar este día feliz. ¡Pues tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida! ¡Estaba perdido y ahora ha sido encontrado!





En esta parábola, como en las otras que hemos estado viendo, encontramos comparaciones:

El PADRE: es Dios.

HIJO: es el que vive alejado de Dios en las cosas que el mundo ofrece y que llaman la atención, pero que se ha arrepentido de ver su condición vergonzosa.

BIENES: la vida, salud, dinero, entre otros.

PROVINCIA APARTADA O TIERRA LEJANA: nos habla de alejarse de la autoridad del Padre Celestial.

CUIDAR CERDOS: nos habla del lugar más inmundo al que puede llegar una persona.

CASA DEL PADRE: nos habla del cielo, la casa de nuestro Padre celestial del cual procedemos.

HERMANO: nos habla de hombres inconformes que quieren lo mejor de los dos mundos (lo terrenal y lo celestial).



Es necesario que tú tomes una decisión que cambiará tu vida. Debes confesar a Cristo como tu Señor y Salvador para poder gozar de paz, vida eterna y las promesas que Dios da a sus hijos.

El pecado es todo aquello que desagrada y entristece a Dios; cosas que hacemos, decimos o pensamos, y que nos alejan de ÉL.
ÉL es Santo y no puede estar cerca del pecado, por lo tanto, cuando pecamos es necesario volver a Dios y pedir perdón para no sufrir las consecuencias del pecado que cometimos.

Dios, nuestro amoroso Padre, nos espera y muestra su gran bondad y misericordia.

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