LECCIÓN 9: HISTORIA
¿Recuerdas los ejemplos de la lección 7?
Vamos a recordar esos ejemplos para responder a una importante pregunta...
¿POR QUÉ A VECES EL AMOR NO ES VERDADERO?
Los ejemplos eran los siguientes:
Un hombre y una mujer:
El ser egoístas y desear cosas que le desagradan a Dios, no poniéndolo a él en primer lugar en este tipo de relaciones termina por destruir el AMOR.
Un esposo y una esposa:
El no renunciar ambos a sus deseos o interesas con el fin de beneficiarse mutuamente, la falta de comprensión y el no identificarse el uno con el otro, no permiten que el AMOR pueda seguir creciendo y permanezca.
A veces la autoridad y disciplina pueden mostrarse equivocadamente y esto no permite que el AMOR se perciba o sienta.
Una madre y su hijo(a):
La ternura y sensibilidad de una padre pueden llegar a hacer cosas dañinas para los hijos, y a la larga esto puede ocasionar que el amor no se perciba y sea como debería ser. El fruto de este AMOR no crecerá.
Unos compañeros:
Al ser de la misma edad y tener gustos parecidos o iguales, el resultado puede ser una amistad sincera, leal, que deje a un lado los gustos propios y vea por el beneficio de los demás. Esto es casi el fruto ideal del AMOR.
El Hijo de Dios se hizo semejante a nosotros, para que pudiese nacer en nosotros el AMOR hacia ÉL.
Un padre y su hijo sienten que se aman cuando juegan juntos, al igual que una madre y su hija cuando comparten actividades y experiencias.
Dios nos ayuda a conocer y comprender su AMOR día con día, pero en Jesucristo hallamos el único ejemplo completo de esta palabra.
Hoy en día, en el mundo hay definiciones muy alejadas de lo que Dios define como AMOR, y hay muchas cosas que intentan sustituir o entrar como concepto de esta palabra, si seguimos creyendo y demostrando el AMOR como lo hacen aquellos que aún no conocen a Dios, nunca podremos comprender realmente el sacrificio del Señor Jesús.
Dios espera AMOR nacido de un corazón limpio, de buena conciencia y de una FE no fingida (1 Timoteo 1:5). Para que esto pueda ser cumplido en cada uno de nosotros, recordemos que el Señor al que ama disciplina (Hebreos 12:5-7), por lo tanto, si nos estamos equivocando y no seguimos su voluntad, él en su gran AMOR y deseo que de no nos desviemos de sus caminos puede disciplinarnos para que después haya fruto en nuestra vida. No olvidemos que Dios también nos pide amarnos los unos a los otros con un corazón puro (1 Pedro 1:22, 23), esto no solamente con palabras, sino con acciones que demuestren que él vive en nosotros.
¡Que el AMOR que él nos tuvo sea lo que nos motive a mostrarlo a los demás!
Una madre y su hijo(a):
La ternura y sensibilidad de una padre pueden llegar a hacer cosas dañinas para los hijos, y a la larga esto puede ocasionar que el amor no se perciba y sea como debería ser. El fruto de este AMOR no crecerá.
Unos compañeros:
Al ser de la misma edad y tener gustos parecidos o iguales, el resultado puede ser una amistad sincera, leal, que deje a un lado los gustos propios y vea por el beneficio de los demás. Esto es casi el fruto ideal del AMOR.
El Hijo de Dios se hizo semejante a nosotros, para que pudiese nacer en nosotros el AMOR hacia ÉL.
Un padre y su hijo sienten que se aman cuando juegan juntos, al igual que una madre y su hija cuando comparten actividades y experiencias.
Dios nos ayuda a conocer y comprender su AMOR día con día, pero en Jesucristo hallamos el único ejemplo completo de esta palabra.
Hoy en día, en el mundo hay definiciones muy alejadas de lo que Dios define como AMOR, y hay muchas cosas que intentan sustituir o entrar como concepto de esta palabra, si seguimos creyendo y demostrando el AMOR como lo hacen aquellos que aún no conocen a Dios, nunca podremos comprender realmente el sacrificio del Señor Jesús.
Dios espera AMOR nacido de un corazón limpio, de buena conciencia y de una FE no fingida (1 Timoteo 1:5). Para que esto pueda ser cumplido en cada uno de nosotros, recordemos que el Señor al que ama disciplina (Hebreos 12:5-7), por lo tanto, si nos estamos equivocando y no seguimos su voluntad, él en su gran AMOR y deseo que de no nos desviemos de sus caminos puede disciplinarnos para que después haya fruto en nuestra vida. No olvidemos que Dios también nos pide amarnos los unos a los otros con un corazón puro (1 Pedro 1:22, 23), esto no solamente con palabras, sino con acciones que demuestren que él vive en nosotros.
¡Que el AMOR que él nos tuvo sea lo que nos motive a mostrarlo a los demás!
He comprendido del amor de Dios
ResponderEliminar¡Excelente! Su AMOR nos motiva y mueve a entregarle todo lo que tenemos y somos, saludos, y que el Señor te bendiga.
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